Por Norman Petrich
Teodelina es una localidad del departamento General López, provincia de Santa Fe, República Argentina. Posee unos 8000 habitantes aproximadamente. Se ubica a 376 km de la ciudad de Santa Fe, a 205 km de Rosario y a 3 Km del límite con la provincia de Buenos Aires. El pueblo se llama así en honor a doña Teodelina Fernández de Alvear, esposa de Don Diego de Alvear; su nombre, traducido al castellano, significa “protectora del pueblo”. Es una localidad que, entre otras cosas, se destaca por su gran actividad metalúrgica, agrícola y avícola. Cuenta con dos grandes empresas a nivel nacional: una industria metalúrgica y una empresa avícola.
El 4 de septiembre de 1976 a la mañana, “Carlos Fernández se desempeñaba en la sección forja de Sofama, trabajando como un día normal de los aproximadamente 3 años que llevaba en la emblemática fábrica teodelinense, que en aquel momento contaba con unos 100 trabajadores. Se encontraba «pasándole la piedra arriba a la reja del arado para que brillara, para emparejarla bien, porque cuando salen calientes largan como una viruta y entonces había que pasarle la piedra y rasparla bien para después llevarla a la pintura”. Cuatro personas que se identificaron como miembros de la Coordinación Federal de la Policía Federal Argentina, pero que no estaban uniformados, ingresaron a la fábrica y se dirigieron directamente a la parte donde trabajaba Fernández. Al notar la situación, Carlos no opuso mucha resistencia y apagó la máquina que estaba utilizando, según los presentes, tampoco hubiera podido oponerse ya que sus captores estaban fuertemente armados. Lo tomaron de ambos brazos, lo despojaron de su vestimenta de trabajo (el delantal, los guantes y el casco), le inmovilizaron las manos (las versiones difieren en si fue esposado o atado con soga, cable o algún otro elemento), lo subieron a punta de pistola a un auto Falcon y se lo llevaron a pesar de la intervención de sus compañeros, del delegado de la fábrica y de los gritos de auxilio de Carlos hacia el tío de su esposa, “tío no me dejes llevar, tío no me dejes llevar”.
Hasta aquí podría ser una historia más de la larga lista que carga sobre sus espaldas la última dictadura cívico militar. Lo distinto es que, ese día, Carlos se convirtió en el único desaparecido de esta localidad santafesina. Eso que parecía suceder tan lejos, de un zarpazo se metió en Teodelina para llevarse a uno de sus vecinos y dejar incrédulos a los demás. Finalmente, aparecería en una simulación de enfrentamiento 3 semanas después de su detención, el del 25 de septiembre en la ciudad de Paraná, capital de la provincia de Entre Ríos. Según la crónica oficial, Carlos era un terrorista que fue ultimado por las fuerzas militares, junto a Juan Alberto Osuna en lo que se conoce como “Masacre de la Tapera”. Su cuerpo fue enterrado como NN en una fosa común del Cementerio Municipal de Paraná y hasta hoy continúa como desaparecido.
Es el tiempo presente el que suma a la historia a José Luis Gaitán, teodelinense de 24 años, estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política en la Universidad Nacional de Rosario y columnista de opinión política en medios gráficos y radiales regionales, además de referente del Partido Justicialista en la localidad. La curiosidad lo llevó a encontrarse con estos sucesos. Entrevistado por AGENCIA PACO URONDO nos cuenta cómo esa curiosidad se convirtió en el excelente libro: Carlos Fernández. El único desaparecido en Teodelina, editado por Ciudad Gótica. Un trabajo concienzudo, con un buen ritmo narrativo, referencias documentales rastreables, además de estar apoyado en los testimonios de testigos y familiares, la parte más dura, pero a la vez emocionante del libro. Los testimonios y recuerdos, sobre todo de su compañera e hijas, vuelven a erizar la piel, aún la de aquellos que creen estar acostumbrados. Nos salva de deshumanizarnos.
AGENCIA PACO URONDO: La primera pregunta que siento necesaria hacer, aunque sospeche la respuesta, es ¿cuál es la intención de este libro? ¿qué busca su autor con su publicación?
José Luis Gaitán: Los objetivos de la publicación de este libro son dos y están íntimamente relacionados. El primero es recuperar la historia y que cada vecino y vecina de Teodelina conozca lo que pasó con Carlos Fernández, que sea un aporte a la construcción de la memoria colectiva de nuestro pueblo, este objetivo es mirar hacia el pasado. Y el segundo es mirar al presente y al futuro, contar la historia para que lo que le pasó a Carlos y a 30.000 argentinos y argentinas no ocurra nunca más.
APU: ¿Cómo llegás a conocer la historia que rodea la detención ilegal de Carlos Fernández?
J.L.G.: Por pura curiosidad. La intención era escribir una nota sobre el impacto de la última dictadura sobre Teodelina, no sabía que sería un libro hasta que entrevisté a la familia de Carlos.
APU: ¿Hubo algún cambio en la vida de los habitantes de Teodelina luego del secuestro de Carlos, o más bien pasó desapercibido, como algo de lo cual mejor ni hablar?
J.L.G.: La fábrica Sofama, de donde se llevaron a Carlos Fernández, es un emblema de nuestro pueblo, en aquella época contaba aproximadamente con 100 trabajadores, por lo que la historia de que se habían llevado a un trabajador corrió por Teodelina que rondaba los 4000 habitantes en 1976, al menos como rumor.
La fábrica realizó la denuncia y los testigos entrevistados comentan que pensaban que Carlos en aquel momento estaba preso y que en todo caso iría a juicio, es decir, ignoraban lo que hoy conocemos como un plan sistemático de secuestro y desaparición de personas.
APU: Me queda la sensación, en los relatos de los compañeros que pudiste recoger, como un sinsabor de querer y no poder hacer más en el momento del secuestro. ¿Es impotencia lo que más percibiste en esos relatos?
J.L.G.: Si. Impotencia. Voces quebradas, silencios profundos. Se llevaron a un compañero de trabajo, a uno de ellos, sin explicación y a la fuerza y nunca más lo volvieron a ver.
Además, ambos testigos entrevistados tienen un recuerdo muy fresco de ese momento del que ya pasaron 44 años.
APU: Es muy fuerte en el libro el testimonio de la compañera de Carlos y de sus hijas ¿qué significó, para vos, tener esa entrevista con ellas?
J.L.G.: Si, esa tarde con Rosario, Cecilia y Mariana fue muy movilizante. En lo personal, soy alguien que nací en democracia y es muy difícil para nuestra generación tomar una real dimensión de lo que fue aquella época.
A esa altura yo había escrito prácticamente todo el trabajo, lo tuve que modificar casi en la totalidad. No es lo mismo escribir algo sobre la base de una causa judicial o de otras fuentes, que hacerlo después de entrevistarse con las protagonistas.
Salí de la casa de Rosario sabiendo que esta historia sería un libro, no lo tenía claro hasta ese momento, pero esa tarde me comprometí a que cada vecino y vecina y, fundamentalmente, cada joven de Teodelina conociera la historia de Carlos y su familia.
APU: ¿Creés que este libro puede acercar a las nuevas generaciones una historia que pareció suceder lejos, pero un día se metió en Teodelina y se llevó a uno de sus vecinos?
J.L.G.: Si, eso es lo que espero. En los pueblos muchas veces puede parecer que las cosas pasan lejos. Hay dos reconocimientos que en los lugares como Teodelina modifican la percepción que se tiene sobre esos acontecimientos: el reconocimiento a héroes de Malvinas es uno y la recuperación de la verdad y la memoria sobre la historia de un desaparecido, como en este caso Carlos Fernández, es otro.
Espero que en esta época, en la que además hay una fuerte ofensiva para reabrir ciertas discusiones que creíamos ya cerradas, la historia recuperada de nuestro vecino Carlos Fernández aporte a generar conciencia sobre la importancia de que cada uno de nosotros asuma un compromiso activo en defensa de los derechos humanos y la democracia. Recuperar esta historia y hacerla propia para que nunca más suceda.