Ante esta situación se recomienda estar atentos a los síntomas que pueden presentar los animales y ante la menor sospecha consultar al veterinario.
Esta enfermedad, altamente contagiosa, puede manifestarse en diferentes formas:
Forma respiratoria: cursa con un cuadro de respiración fatigosa, secreción nasal y tos. Es posible que exista una infección bacteriana secundaria.
Forma digestiva: consiste en una gastroenteritis, con vómitos y diarrea.
Forma cutánea: dermatitis, con un engrosamiento de la piel de la nariz y de las almohadillas de las patas. Esta forma puede estar asociada a síntomas del sistema nervioso central.
Formas nerviosas: En forma de ataques súbitos. Durante el periodo de aparente recuperación, y de manera gradual y progresiva, el animal empieza a presentar espasmos musculares, que desembocan en la parálisis de las extremidades (“corea”). Este síntoma puede estar acompañado de una tos peculiar (tos “sibilante”, con silbidos) producto de las lesiones nerviosas. En esta forma, la enfermedad inicial suele pasar desapercibida.
Forma ocular: En ella aparecen signos de conjuntivitis (lagrimeo) que puede terminar en ceguera.
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