Con un mapa electoral no tan distinto al de 2016 y un nuevo fracaso de los sondeos, el presidente de Estados Unidos y candidato a la reelección, Donald Trump, y su rival electoral, el exvicepresidente Joe Biden, quedaron cabeza a cabeza en una elección que será definida por un puñado de estados, algunos de los cuales podrían tardar varios días en anunciar sus resultados.
Por primera vez desde la crisis electoral de 2000, millones de estadounidenses amanecerán sin conocer quién ganó las elecciones presidenciales, pero esta vez la situación será aún más angustiante: Trump se declaró ganador, denunció fraude y anunció que irá a la Corte Suprema, dominada ahora por una mayoría ultraconservadora.
“Sabían que no podían ganar y yo lo avisé. Esto es un fraude, ganamos esta elección. Iremos a la Corte Suprema”, denunció Trump en un mensaje desde la Casa Blanca y agregó en referencia a los votos por correo que aún se están contando y otros que aún pueden ser recibidos en estados clave: “No queremos que siga la votación.”
Trump sostuvo que su campaña estaba “lista para festejar una victoria tremenda y de repente todo se detuvo”, en referencia a la ralentización de los escrutinios en algunos estados clave.
Poco antes, cuando el mapa electoral ya dejaba claro que todo dependería de esos pocos estados, Biden se había dirigido a sus simpatizantes desde su bunker en Delaware con un optimismo similar al de Trump, pero con un mensaje más moderado: “Tengan paciencia, estamos en camino de ganar estas elecciones”.
“Vamos a tener que ser pacientes hasta que esté terminado el duro trabajo de contar los votos, y esto no se termina hasta que cada voto se cuente, hasta que se cuenten todos los votos”, aseguró el candidato opositor, preparando el escenario para unos días de mucha tensión e incertidumbre.
Tras horas de escrutinio, los únicos estados que quedaron sin definición son: Nevada -un estado del Oeste en el que Biden mantenía una ventaja-, Georgia y Carolina del Norte -dos distritos del Suroeste donde Trump estaba primero con más del 90% escrutado- y Pensilvania, Michigan y Wisconsin -las mismas tres regiones del viejo cordón industrial del Noreste que fueron clave en la victoria de Trump en 2016.
Cualquiera de los dos candidatos necesita ganar al menos dos de estos tres estados del antiguo cordón industrial, donde el número récord de votos por correos, en gran parte motivados por los temores al coronavirus, garantizan un escrutinio largo.
Después de los discursos optimistas de los dos candidatos, el conteo de electores era muy parejo.
Biden sumaba 238 de los 270 votos que necesita un candidato en el Colegio Electoral para ser proclamado presidente, mientras que Trump acumulaba 213, según el sistema de elección indirecta de Estados Unidos.
La otra gran elección de la jornada fue la renovación de un tercio del Senado.
Aunque varios comicios seguían sin definirse, las chances de que los demócratas consigan sumar tres bancas nuevas cada vez parecían más pocas.
Los demócratas consiguieron la primera de esas bancas en Colorado, donde el candidato John Hickenlooper arrebató el escaño que ocupaba el republicano Cory Gardner, según proyectó CNN.
Sin embargo, poco después, el republicano Tommy Tuberville derrotó al senador demócrata Doug Jones y volvió a equilibrar la balanza.
En la Cámara baja, en tanto, todos los pronósticos coincidían en que los demócratas conservarán su mayoría e, incluso, el canal Fox News proyectó que ganarían cinco bancas más
Aunque aún no se conoce la participación total, sí se sabe que el voto anticipado -tanto presencial como por correo- rompió todos los récords históricos y representó el 73% de todas las personas que votaron en 2016, en la anterior elección presidencial.
En algunos pocos estados, como el crucial Pensilvania, las autoridades electorales seguirán recibiendo votos por correo durante unos días más, una modalidad que Trump ya advirtió estará en el corazón de una disputa político-legal que podría terminar definiendo quién será el próximo presidente de Estados Unidos.