El 30 de octubre de 1983 fue el punto de partida del retorno a la democracia con las elecciones que dejaron atrás la dictadura militar. Por ello se constituyó en una fecha de enorme significación histórica.
Ese acto comicial cerraba una etapa negra y única en la historia patria signada por violencia, torturas, asesinatos y desapariciones.
A partir del pronunciamiento electoral se definió quienes pretendían el olvido sin sanción a los militares que condujeron el período más sangriento de nuestra historia. Por otro lado quienes pedían juicio y castigo, con el líder radical Raúl Alfonsín a la cabeza, para los responsables de los crímenes cometidos.
Esas posiciones antagónicas marcaron el debate previo a la elección. Por un lado el justicialismo sin fisuras, con su candidato presidencial reconociendo y aceptando la autoamnistía que se habían dado los militares para borrar las atrocidades cometidas, en una sociedad peronista-militar.
Por el otro la UCR levantando su bandera de juicio y castigo a los culpables.
La jornada de aquel día de octubre fue un estallido popular que se abría a la reconstrucción de la república con democracia plena.
Así comenzó el nuevo gobierno a cumplir con su compromiso de juicio y castigo a los culpables y la creación de la CONADEP para averiguar la desaparición de persona, comisión que no aceptó integrar el peronismo.
Ese juicio y sentencia de las juntas militares y la prisión de los culpables abrió este periodo de estabilidad, único desde 1916 de 37 años sin golpes militares.
Fue la lucidez y la valentía de un líder como Alfonsín, y el acompañamiento del radicalismo, que nos han dado esta increíble estabilidad.
Todo ese proceso fue en soledad; casi no hubo voces en los hoy autoproclamados defensores de los derechos humanos apoyando la investigación. Después llegó otro presidente peronista amnistiando a los condenados por la justicia.
Hechos y fechas que las nuevas generaciones deben comprender y recordar.
José Bielicki es ex diputado nacional (UCR), presidente del Grupo Progreso.