Tal como se expresó en la primera parte de este artículo publicado el 27/5/25, deseo
compartir una mirada subjetiva a la actualidad, sobre la que se puede acordar o no, y, de
ninguna manera, generar polémica.
Así como las personas tienen sus zonas de atracción y otras de rechazo, de la misma forma
esta cotidianeidad tiene sus luces y sombras. ¿Qué se observa con respecto a las sombras?
Dependencia del teléfono: el uso pero también el abuso. Según un estudio realizado
con adolescentes de entre 12 y 17 años, estos pasan aproximadamente 6 horas
diarias frente a la pantalla y escasos minutos dedicados a tareas escolares.
Medios de comunicación: programas de ficción, especialmente en TV, con temas
triviales e insistencia de los mismos, que lleva a preguntarse qué es lo que se emite
y qué se silencia o interesa ocultar. Recordar que la función de los medios de
comunicación es, justamente, ser formadores de opinión pública. Entonces, ¿no
sería oportuno reformular el rol de la escuela y de los medios de comunicación?
Resulta paradojal que, precisamente, en la era de la hipercomunicación y de la
tecnología, estemos “solos en la multitud”. Aquí me permito tomar prestada una
frase que escuché: “No me preocupa tanto el avance de la IA como el retroceso de
la inteligencia natural”.
Violencia naturalizada: el golpe reemplaza a la palabra. Ya sea física, psicológica,
sexual, económica, etc. La violencia muestra una situación de poder, o, tal vez, un
exceso que evidencia una carencia.
Proliferación de títulos: por doquier aparecen “doctores”, “licenciados”,
“profesores” y otros… ¿Qué instituciones académicas legitiman la validez de estas
certificaciones?
No obstante, desterrando la cultura de la queja, es muy loable destacar:
Proyectos solidarios, desde los más pequeños que muestran un compromiso y
empatía con los más necesitados, como así también aquellos que le dan valor a la
ecología, porque descubren que este es el único lugar que se tiene para habitar.
Autenticidad: hoy, sobre todo los jóvenes, se muestran como son: cero pacatería.
Han hecho suyo el lema “Vive y deja vivir”. (Personalmente, creo que es difícil,
cuando todo se dice, dar una vuelta atrás en la palabra pronunciada).
Labor solidaria y anónima de personas, profesionales, instituciones… que día a día
entregan su tiempo, brindan sus conocimientos, ponen en riesgo su vida sin esperar
reconocimientos. ¡Son los verdaderos héroes a quienes deberíamos honrar más a
menudo!
Como se observará, los síntomas mencionados hasta acá, entre otros, son simples
enunciados cuyo desarrollo merecería el abordaje de distintos profesionales y una extensión
que, por su complejidad, excedería el propósito de esta nota.
Frente a este panorama no sé cuál es la salida; lo que sí sé es que los cambios se generan
desde abajo, que siempre hubo ciclos y personas fieles a sus principios, las cuales hicieron
y hacen su entrega, sin rendirse y con esperanza.
Espero ver el renacer de los valores humanos, ¡porque las utopías también existen!
Posiblemente se dé un milagro, pero corresponde sostener la esperanza que expresa el
deseo firme de que aquello que queremos se pueda lograr.
Prof. Olga B. Barra
DNI 5.117.358
