

La obra en sí presentó una historia sencilla, pero con recursos que asombraron: la no utilización de palabras y la construcción de una escenografía que asombró a todos. De repente, un gran mar apareció en escena, con un gran tiburón dentro. Recurso nunca antes visto en Teodelina, que fue aplaudido a rabiar por el público presente.
.
Esta obra llegó a Teodelina de la mano del Instituto Nacional del Teatro, con el auspicio del Gobierno local.